domingo, 1 de febrero de 2015

·New Beginning· ¿Cómo comenzar de nuevo?

·La cuchara del día·

En la entrada anterior les hablé de mi "meltdown", pero no les hablé del trabajo interior personal que tuve que hacer para volver a pararme después de caer muy duro.

Lo primero que hice cuando me di cuenta de que estaba descontrolada con una ansiedad terrible, fue salir de mi entorno y ver un poco el panorama desde afuera. Silencié mis grupos de whatsapp y quedé casi incomunicada con el resto del mundo, solo le pedí a mi amiga Nutricionista Daniela Enríquez que me recordara el nombre del video que una vez me envió hace tiempo, mientras yo vivía en Buenos Aires. El video era un documental llamado "Yo libre. Un viaje al instante presente" de Sergi Torres, un español realmente capo. Les recomiendo verlo, ¡búsquenlo en Youtube!

Me di una semana para meditar. Solo para mi, un tiempo para reencontrarme y hacer un scanner emocional para ver qué estaba pasando conmigo, por qué me había pasado lo que me pasó y por qué me estaba costando tanto recuperarme. ¿Qué debía sanar para volver a mi camino?

Me di cuenta en ese tiempo que me tomé, que todo había sucedido por una situación específica que me había ocurrido, que era muy simple y no tan terrible tampoco, pero que me había gatillado toda esta ansiedad que buscaba suplir con comida chatarra y pastelería. Cosas que me provocaban placer, sin saberlo.

La situación que me desconsoló tenía todo que ver con las "expectativas" que yo tenía de mis amigos, de lo que me rodiaba y de mí misma, inclusive. Por eso quería ver nuevamente el documental de Sergi Torres, porque necesitaba recordar lo que había aprendido en ese entonces, cuando lo vi por primera vez. A veces uno olvida algo que aprendió y necesita volver a repasarlo, igual que en el Colegio. Esto no nos hace más débiles ni peores personas, sino que es un llamado de atención para que logres incorporar este conocimiento verdaderamente, para poder aplicarlo en la vida diaria, real.

Logré darme cuenta de que yo tenía, y había tenido toda mi vida, expectativas muy altas de las personas que me rodeaban, así como de mi. Por esto era que siempre daba el 200% en todo, me sacrificaba y hacía favores que todos me decían que jamás harían por nadie. Siempre sentí que nunca era retribuida y eso me frustraba, porque siempre esperaba ciertos gestos de los demás que yo hacía por ellos, a veces hacía por ellos favores mucho mayores que los que esperaba en respuesta a nuestra amistad. Yo quería que mis amigos nutrieran nuestra amistad de la misma forma que yo la alimentaba. Pero no vi que había pasado mucho tiempo desde que volvía a "convivir" con ellos. Cada uno hizo su vida y todos, al estar en Concepción, siguieron sus vidas ahí mientras yo desvié mi rumbo hacia Santiago. Me quedé pegada en una etapa que no solo yo había abandonado hacía muchos años, sino que ellos también. Todos avanzamos por nuestros propios caminos, por ende las expectativas que yo tenía eran irreales, estaban basadas en una amistad de muchos años atrás, en otras circunstancias, con otra madurez.

Cuando logré darme cuenta de eso entendí que no puedo exigirle a los demás que me retribuyan de la misma manera en que yo lo hago. Ellos no son yo, no piensan igual que yo, no han vivido lo mismo que yo, no tienen mis mismas emociones ni sienten lo que yo siento. No se le puede exigir a los demás que vean a través de nuestros mismos ojos, eso es imposible. Al recapacitar frente a esto me di cuenta de que mi frustración no se originaba en mis amigos, en su comportamiento conmigo, sino todo lo contrario. Cuando yo daba el 100% esperaba el mismo proceder de mis amigos y toda la gente que me rodeaba, por lo que el motivo de mi frustración era que yo daba "mucho" y recibía "poco". Yo creía que todos debían dar mi mismo 100% pero eso no es real ni aterrizado. El 100% de una persona puede ser muy diferente del 100% de otra. Entendí que quizás para ellos yo daba el 200% y eso era algo que ellos no eran capaces que retribuir, simplemente no pueden, no está en su esencia ni es parte de su persona. 

Aprendí que para no frustrarme no debo desangrarme por otros, porque todos, TODOS, esperamos una retribución. Cuando estamos en una relación amorosa amamos al otro y lo damos todo por él, y siempre, SIEMPRE, esperamos una respuesta equivalente de parte de esa persona. Si tú le repites a diario que lo amas o lo llamas a diario y estás pendiente de él, esperas, muchas veces inconscientemente, que él te responda de la misma forma, y cuando eso no sucede empiezan los problemas de pareja: "es que tú no me entiendes", "es que yo me desvivo por ti", "es que tú no prestas atención a los detalles", etc...

Cuando logré entender esto aprendí que lo mismo sucedía conmigo. No le puedo pedir a mis amigos que respondan a la misma amistad que yo les ofrezco. Para evitar mi frustración y sufrimiento lo que debo hacer es entender cómo funcionan las personas que me rodean, lograr entender cuál es el "100%" que ellos me dan, que puede variar entre distintos amigos, y no entregarme desmedidamente al otro si sé que voy a sufrir. Quiero que se entienda que lo que aprendí no es a "pagar con la misma moneda", aunque así lo parece, sino que todo se trata de entender nuestras emociones y cómo funcionan, que si yo "conocí a mi pareja con el pelo largo y los pantalones rotos, no puedo esperar que él se ponga un terno y comience a vestirse más formal en el día a día", y lo que hacemos (mucho las mujeres) normalmente es que para hacerle ver al otro que queremos que haga "eso o esto otro" exacerbamos aquello que buscamos en el otro para que "se de cuenta", tratamos de hacerlo tan obvio que pasa a ser irónico y sarcástico muchas veces. Esto rompe las relaciones, las destruye ya que se basan en factores que no existen. Lo mismo pasa en la amistad, para que el otro me demuestre su amistad entonces yo trato de mostrarle la mía al máximo, para que él "se de cuenta" y "reaccione" y me haga ese favor que es tan simple y yo necesito tanto, cuando yo le he hecho muchos más y de mayor riesgo. Yo hacía cosas absurdas como "explicarle a una amiga en la noche, tarde, de qué se trataba el libro de la prueba de mañana ya que ella no se lo había leído y me pedía ayuda para entender el libro ya que era tan complicado y ella no lo había terminado de leer". Llegué incluso a hacerle trabajos enteros a amigas que tenían que entregar un trabajo escrito de 100 páginas al otro día y solo llevaban 10 y ya no se podían explayar más porque estaba fuera de su capacidad. Sí, cosas tan absurdas como esa llegué a hacer. Fue así como pasé a ser "la buena", demasiado "buena" la verdad, pero esa bondad me hería, porque no era entregada por que yo quisiera, sino porque yo creía que así debía ser yo como persona, y así debíamos ser todos los seres humanos, "más buenos". Cuando me di cuenta de que yo a través de estos actos trataba de "convencerme", entonces entendí que lo que yo entregaba era a punta de sacrificios que ni siquiera eran placenteros para mi de ninguna forma y que por eso me frustraba cuando esa misma "amiga del libro" no era capaz de hacerme un favor mucho menor que el que yo hacía por ella cuando me lo pedía. Esa "retribución" era la que me hacía daño, ya que yo estaba dando algo que ni siquiera tenía verdaderamente adentro, y recibía algo que no era para nada equiparable. Yo le estaba pidiendo a la otra persona que me diera "algo que no tenía ella verdaderamente adentro" así como yo lo hacía con ella. Este es el gran error, dar algo que en realidad no tienes, ya que el otro te dará lo que él tiene, con toda la buena intención, pero ese es su máximo, no le puedo pedir que me de algo más porque yo soy capaz de hacerlo. Eso sería decirle a la otra persona que se dañe igual como yo me hago daño a mi misma cuando me desvivo por hacerle un favor. Esa persona en ningún momento me pidió que le diera un 200% que yo no tenía para darle, ella me pidió que le diera mi 100% real, ni más ni menos. Esa es la verdadera amistad, no la que nos dañamos para darle algo al otro esperando que ese otro se hunda igual que nosotros para actuar de la misma forma. De esa manera quedamos ambas dañadas, en cambio si ambas damos nuestro 100% real, ahí nadie sale herido y la amistad verdadera florece y se disfruta realmente. Así gozamos la vida, sin frustraciones y sufrimiento de por medio. Eso es verdaderamente ser un buen amigo.

Luego de meditar acerca de esto y ver nuevamente el documental de mi amiga, entendí que la clave de la felicidad es mantener todas las cosas en equilibrio. Mi cuerpo se descontroló porque al frustrarse con la reacción de mis amigos no supo cómo reponerse y buscó la manera más fácil y que usó por muchos años, que era comer chatarra, comida tentadora pero que nos hace más daño que nada, sin embargo tiene la cara de ser la solución, de saciarnos, de hacernos sentir placer y cariño. Es una fachada que compramos, lamentablemente.

Entendí después de esto que mi error había sido ese y que lo había cometido durante toda mi vida y por eso tenía arraigado en lo profundo de mi corazón una frustración, resentimiento y pena tan grande que parecía no irse con nada. Cuando aprendí a "vivir el presente sin expectativas falsas" empecé a sentirme mucho más estable, armónica y de esa manera empecé a vivir la felicidad que siempre había tenido en mi vida, pero nunca había visto que estaba ahí para mi y solo dependía de mi el tomarla y ser feliz de verdad.

Una vez que mi corazón se apaciguó logré estar más tranquila y enfrentar mi amistad de otra manera, de una manera mucho más natural, fluida y agradable. Sin presiones ni expectativas falsas y exageradas. Logré entender cuál era el equilibrio y que éste era posible de conseguir y tanto mejor que tragarse una hamburguesa tóxica cada vez que me siento frustrada. No debería llegar nunca a la frustración. No debería nunca necesitar "llenar el vacío en mi corazón".

Es así como comencé nuevamente la DETOX. Cuando algo está muy sucio hay que limpiar a fondo, y eso es lo que estoy haciendo. Limpiando con paciencia y dándome cuenta de que yo misma había ensuciado algo que nunca debió estar sucio. Mi cuerpo se limpia y así mismo lo hace mi mente y mis emociones.

Al reincorporarme al mundo, "regresar a la caja", vuelvo a empezar a retomar a mis amigos, pero esta vez de una manera más sana, sin resentimientos, sin expectativas, relajada y dando lo que me nazca naturalmente dar de mi persona a los demás.Con la mirada abierta que me dio el ver las cosas "fuera de la caja".

Así empezó este lindo proceso de evolución en mi corazón y espero nunca deje de avanzar.

Para recordarme esto y sacar esa fuerza de voluntad que necesito para que mi DETOX sea exitosa y pueda retomar mi camino de la AIP, se me ocurrió escribir en hojas blancas una serie de oraciones que me den ánimo y me recuerden lo aprendido. Algunas de ellas son éstas:

¡Hoy comienzas Preparación DETOX!

¡Ninguna tentación puede con tu ÍMPETU!

Piensa que tu alimento es tu combustible, ¡debes darle lo mejor para que rinda como el mejor!

¡Tú puedes! ¡Hoy es el 1º día de un NUEVO COMIENZO! 

Que tu ALIMENTO sea tu MEDICINA y tu MEDICINA sea tu ALIMENTO, ¡el CAMBIO empieza por TI!

Escribe estas oraciones o crea las tuyas propias y pégalas por toda tu pieza, para que cuando te levantes cada día entrenes el "pensamiento positivo" y recuerdes por qué estás haciendo este cambio en tu vida. ¡A mi me ha ayudado mucho!
 
 

XoXoXo

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